miércoles, 18 de enero de 2023

Asfixia

Hace unos años elegí las cadenas por voluntad propia y no hay día que no recuerde la manera en la que me asfixiaba, la necesidad que tenía de salir de ahí y las veces que me acariciaba las muñecas. Me pedía perdón una y mil veces, pero nunca llegaba a créemelo del todo, sabia que realmente ese perdón estaba disfrazado de culpa. 

Pero no hace mucho me a(r)mé de valor y conseguí mirar más allá de mi dolor, giré la cabeza y encontré una llave, me miraba graciosa, como si me estuviese recordando que siempre había estado ahí y que simplemente yo no había sabido mirar.  La cogí desesperada y me arranqué las cadenas, por una vez no dolieron. Me paré en la puerta de la jaula y pensé en todo el tiempo que había pasado en ella, pero por primera vez no miré atrás, me elegí, cerré los ojos, respiré tranquila y no dejé de caminar.

Por una vez era capaz de mirarme al espejo y sonreirme, después de tanto fui capaz de perdonarme algo que jamás fue mi culpa y eso me dio paz. Aprendí que no podemos odiarnos por el hecho de no ser capaces de enfrentar determinadas situaciones si no tenemos las armas para ello. También sabía qué cosas no merecía y que por ende no permití que entrasen en mi vida, no recuerdo en qué momento desaprendí esto, porque de buenas a primeras me encontré en el mismo bucle de mierda, dando vueltas y vueltas, repitiendo los mismos patrones que creí haber roto. Ahora lo sé, no hay que dar nada por sentado y que el progreso jamás es lineal, pero este progreso se pasa de baches.

Así que de repente me encontraba en una falsa paz, tenía todo el espacio del mundo y pensaba que me había vuelto un lugar seguro para mi misma, pero me volvía a asfixiar, volvía a tener una ganas enormes de escapar, y simplemente no sabía como había regresado al mismo punto, aunque esta vez algo era diferente, esta vez no elegí las cadenas, sino que elegí las manos que me ahogan, y ahora no dejo de preguntarme ¿acaso serán las mías?

sábado, 20 de enero de 2018

Necesidad de huir

Cariño, siempre he querido huir, créeme, lo he querido desde hace tanto tiempo que ya no soy ni capaz de ver el momento en el que realmente de el paso, ese momento en el que realmente no tenga absolutamente nada que me ate a este lugar, que las cadenas que me tienen amarrada realmente desaparezcan.

Esta ciudad me comprime el pecho, me aprieta, mucho y consigue que me asfixie, siempre he sido de contener el dolor, pero esta vez, esta vez me está superando y cada vez soy menos capaz de mantenerlo callado. 

Necesito coger mis cosas, o ni eso, a veces no hay que ir cargando con cajas medio abiertas, pueden destrozar muchos progresos, necesito cruzar la línea, aunque sea lentamente y una vez cruzada, acelerar, reír, darme cuenta de que por fin estoy consiguiendo mi tan anhelada escapatoria y no mirar atrás, sobre todo esto. Siempre lo he dicho y siempre lo diré, nuestra fuerza de voluntad se mide por las veces que giramos la cabeza para ver que dejamos atrás, y normalmente cuando lo hacemos acabamos volviendo, y sé que si me detengo y veo a todo lo que renuncio, jamás lo haré y por una vez en mi vida necesito mirar por mi. 

He llegado a tal límite en el que ya no solo es querer huir, es necesitarlo, que me he dado cuenta que las cadenas que me tienen aprisionada me están haciendo moretones y que cada vez duelen más, que no da tiempo a que se curen cuando ya están apareciendo otros, que necesito sanarme, sanarme de verdad y volver a empezar de cero, sola, y sé que suena desolador, pero creedme, ahora mismo no veo nada más liberador, he permanecido demasiado tiempo encarcelada, necesito salir de esta jaula que yo sola he construido.

Y sé que he tenido ocasiones de huir, bien sé que las he tenido, la última fue hace cuatro meses, iba a dar el paso, estaba decidida a dejarlo todo atrás, pero apareciste, apareciste de la nada y fuiste demasiado, quería seguir largándome de aquí, eso lo tenía claro, no era feliz, aunque estuvieses conmigo, no lo era, alguien que quiere huir de un lugar jamás es feliz, por mucho que lo aparente, por mucho que lo diga, no lo es. Quería seguir con mi plan de ir a cumplir mi sueño a otro sitio, pero sabía que eso implicaba que tú no estarías en mi vida, sabía que todo el mundo que dejase aquí permanecería, aunque estuviésemos separados por 190 km, sabía que no me dejarían, pero tú, bueno, tú eras caso aparte, y me aterraba que para una vez que había llegado algo bueno a mi vida se fuese por culpa de unos kilometros, así que volví a no elegirme, y cuando me saltó el mensaje de acceso en mi ciudad, lo acepté, tengo que admitir que estuve varios minutos en ese estado que tanto se describe en los libros, con el corazón en la boca y a mil por hora, con el tiempo pasando a cámara lenta y como si me pudiese ver desde fuera. Me vi parada, con dos opciones y una elección entre las manos, vi mi futuro en una ciudad que me lo podía dar todo, en la que empezar de cero y reconstruirme, pero luego tuve el gran error de mirar a lo que dejé atrás, y volví a ello, lo hice, elegí las cadenas por voluntad propia. 

Que sorpresa me llevé cuando me di cuenta que mientras yo estaba aterrada porque no permanecieses tú estabas deseando perderme, y lo hiciste, tuve el gran error, para ti claro está, de ser aceptada en otro lugar e irme, tuve el error de elegirme por un momento. Pero hoy sé que el error no fue irme, no pagué un alto precio por huir, hoy sé que el error fue ponerme yo sola las cadenas, esas que estaban empezando a oxidarse, las cogí y las acaricié y de la misma manera en las que me las quité, me las puse, volviendo a abrir heridas, volviendo a encerrarme en la jaula, volviendo a sentirme asfixiada, volviendo a necesitar huir. 

Un día lo conseguiré, me elegiré de una vez por todas y me arrancaré las ataduras, aunque eso implique más heridas, acabarán sanando, como yo. Algún día seré capaz de no mirar atrás y acelerar más si hace falta, algún día daré el sprint hacia delante, pero por ahora me quedará seguir manteniendo este dolor, aquí, bien calladito y guardado bajo llave y esperando que no le dé por gritar y que yo ya no sea capaz de retenerlo más, porque entonces no seré la única herida. 

domingo, 10 de diciembre de 2017

Me duele

Me duele que me hayas mentido, que hayas tenido la cara de mentirme aún sabiendo que odio las mentiras, que si me mientes me pierdes, que no era una advertencia, era la jodida realidad.

Me duele que no seas capaz de continuar algo si tu amigo no está en una relación a la misma vez que tú, que coño relación, si esto no se le acerca por ningún lado, y lo sé, sabía y sé en lo que me metía, entré en la boca del lobo sin pensarlo y me dejé engullir, y tanto que lo hice que no me encuentro por ningún lado, me echo mucho de menos.

Me duele que quieras seguir con lo que quiera que sea esto, porque dices una cosa y demuestras otra, me duele fijarme en quien eres cuando estás conmigo, porque es lo único que me hace seguir adelante.

Me duele que volvieses cuando mejor estaba, aunque me dolías y seguía necesitando sacarte algunas veces, pero había dejado de extrañarme y eso era un gran avance.

Me duele que todo esto me duela porque no puedo más, porque he llegado a mi límite, porque no puedo con más insomnio, que tengo hasta por partida doble, que necesito al menos una noche en la que descansar, un día en el que sea algo más que ojeras.

Me duele no poder enfocarme como quiero en la carrera de mis sueños, esa en la que tanto me ha costado entrar y a la que aún no le he dedicado ni una entrada por el simple hecho de no poder sacarte del todo.

Me duele saber que estoy a tiempo de salir de esto y poder reconstruirme como hacía hace dos meses, pero que aún así no quiero, me duele tener los ojos bien abiertos, saber lo que hay y aún así no querer moverme.

Me duele querer recomponerte porque no se puede salvar a quien no quiere ser salvado, y que encima puede que ni esté roto, simplemente le guste aparentarlo.

Me duele que digas que estamos bien cuando el único que lo está eres tú.

Me duele seguir esperando que todo cambie, porque sé que no lo hará y no sé que hago esperando una causa perdida.

Me duelen tantas cosas que esto tiene que cambiar, que puedo quererte mucho, pero que más me quiero yo.

sábado, 14 de octubre de 2017

Cuando dejas de comerte el mundo

Hay veces en las que te despiertas y tienes ganas de comerte el mundo, pero otras veces simplemente tienes la sensación de que es él el que te come a ti.

Que creía que iba bien, que había cogido el camino correcto, que me estaba enderezando, que estaba avanzando algo, creía que le estaba superando, pero de repente llega un día y siento que he dado cinco pasos atrás, que coño, he hecho hasta un sprint y me he alejado kilómetros de donde estaba. A lo mejor soy yo que soy un poco ansiosa y espero que todo sea avanzar hacia delante y estar todos los días un poquito mejor, a lo mejor no se trata de eso, a lo mejor es estar un día bien creyendo que puedes con todo y que no le necesitas más en tu vida y luego estar tres con un dolor en el pecho que no te permita respirar, a lo mejor se trata de estar más mal que bien, de ir curándose poco a poco e intentando que los días sean más amenos, a lo mejor el retirar la tirita tan rápido duele más de lo esperado.

Qué sé yo como va esto, ha pasado tanto tiempo desde la última vez que he olvidado como se superan las cosas del corazón, esas que dicen que duran y duelen una eternidad, también supongo que es diferente con cada persona, no todo el mundo cala igual, no llevamos las mismas experiencias ni los mismos resultados a la espalda, y cargar con más o menos puede hacer una gran diferencia a la hora de esta complicada entrecruzada contigo mismo. 

Puede que no sepa como superarle, pero no creo que se trate de dejar de pensar en él, sino de hacerlo sin dolor y sin querer volver a aquellos momentos, creo que se trata de poder verle sin tener ganas de lanzarme a sus labios, o querer que me encierre en sus abrazos, esos que él mismo me dijo que añoraría, y que razón tenía, creo que superarle es no querer que me haga las bromas de siempre que me hacían reír, superarle es ser capaz de escribir esto sin lágrimas en los ojos, y por lo visto estoy jodida, más de lo que pensaba, llevaba catorce días sin escribirle, sin tener que sacarle ni a él ni al nudo que tengo en el cuerpo. Supongo que aquí está el sprint que he hecho hacia atrás, ese que esperaba no hacer, pero aquí estoy, casi en el mismo punto de salida, con la vista nublada y echándole de menos, y no sé cuanto durará esto de que el mundo me coma, pero espero que cada vez sea durante menos tiempo, hasta que llegue un día en el que desaparezca y pueda hacer otro sprint, pero esta vez hacia delante.